La radiación electromagnética es una combinación de campos eléctricos y magnéticos oscilantes, que se propagan a través del espacio transportando energía de un lugar a otro. Estos campos actúan perpendicularmente a la dirección de propagación. Una onda electromagnética es la forma de propagación de la radiación electromagnética a través del espacio. En una onda electromagnética no polarizada, el campo eléctrico oscila en todas las direcciones normales a la dirección de propagación de la onda. En una onda polarizada las oscilaciones del campo eléctrico son perpendiculares a las oscilaciones del campo magnético y ambas son perpendiculares a la dirección de propagación de la onda.
Existen varios métodos de polarizar una onda electromagnética: absorción selectiva, reflexión, refracción y difusión.
En la polarización por absorción la radiación electromagnética se hace pasar por un filtro polarizador que absorbe toda la radiación excepto la que oscila sobre un plano determinado. Si la radiación emergente se hace pasar por un filtro que deja pasar la radiación que oscila sobre un plano diferente se conseguirá anular la radiación electromagnética.
En la polarización por reflexión la onda electromagnética que se refleja sobre una superficie queda polarizada. Por ejemplo, la luz que se refleja sobre una superficie nevada, o mojada, suele ser muy molesta. Esta luz suele estar polarizada por reflexión. Unos cristales polarizadores montados en unas gafas de sol impiden que esta luz llegue a los ojos y no hace falta que los cristales sean tan oscuros, con lo que la visión es más luminosa.
En la polarización por absorción la radiación electromagnética se hace pasar por un filtro polarizador que absorbe toda la radiación excepto la que oscila sobre un plano determinado. Si la radiación emergente se hace pasar por un filtro que deja pasar la radiación que oscila sobre un plano diferente se conseguirá anular la radiación electromagnética.
En la polarización por reflexión la onda electromagnética que se refleja sobre una superficie queda polarizada. Por ejemplo, la luz que se refleja sobre una superficie nevada, o mojada, suele ser muy molesta. Esta luz suele estar polarizada por reflexión. Unos cristales polarizadores montados en unas gafas de sol impiden que esta luz llegue a los ojos y no hace falta que los cristales sean tan oscuros, con lo que la visión es más luminosa.